Te quiero por que te quiero… y no hay más

Podría decirte que te quiero porque te quiero… y no hay más.

Pero la verdad es que te quiero por cada minúsculo detalle de tu ser y por cada milímetro de tu piel.

Te quiero por cómo amaneces a mi lado, siempre buscando mis labios con una sonrisa.

Te quiero por cómo te mueves por la casa por las mañanas, consiguiendo que persiga tu estela para poder ver qué te vas a poner entre la ropa y tu piel.

Te quiero por ese momento en el que desayunamos juntos, en el que consigues que, a pesar del cansancio de la mañana, abra los ojos un poco más y sonría embelesado al mirarte.

Te quiero por cómo sales de mi coche por las mañanas, con una belleza tan femenina, tan elegante, y por la manera en que viajas a mi lado para que pueda alcanzar tu pierna al conducir.

Te quiero por cómo me cuidas, y te quiero porque te dejas cuidar; por cómo nos sonreímos y agradecemos mutuamente cada cosa que hacemos juntos, y por tu forma de afrontar la vida a mi lado.

Te quiero por tu apoyo constante, por tu mano en el hombro cuando la necesito, y por cómo quieres atrapar el primer sueño todas las noches recostada en mi pecho.

Te quiero por cómo cuidas de mis hijos, y por haber permitido que yo tenga una hija más.

Pero no te quiero egoístamente, no te quiero por lo que me das, sino por lo que me permites darte al mismo tiempo: vivir a tu lado es un equilibrio de atracción, serenidad, paz… es amor incondicional, algo que tú me has enseñado desde el día que llegaste a mi vida.

Te quiero porque te quiero, Ainhoa. Y no hay más.